Désirée Rancatore | soprano: “El día que dejas de estudiar has terminado de cantar”

La soprano Désirée Rancatore (Palermo, Sicilia, 29 de enero de 1977) ha protagonizado, con el barítono malagueño Carlos Álvarez y el tenor mexicano Javier Camarena, el 'Rigoletto' de Verdi que ha podido verse en el Gran Teatre del Liceu de Barcelona entre el 21 de marzo y el 6 de abril. La cantante italiana, que ha actuado en numerosas ocasiones en España y que se expresa en un muy correcto castellano, se siente querida por el público español al que considera similar al italiano. Defiende con pasión a su personaje en Rigoletto, del que le gusta su evolución de joven inexperta a mujer que ama y se sacrifica, y considera que Gilda sigue siendo, lamentablemente, un modelo actual de mujer.

Rancatore (fotos cortesía de la cantante)
Rancatore, que descubrió su vocación en las clases de canto coral que formaban parte de los estudios de violín que le obligaba a realizar su padre, músico en la orquesta del Teatro Máximo de Palermo, estudió y sigue estudiando canto con su madre, cantante en el coro del mismo coliseo palermitano. Después de 23 años sobre los escenarios, compatibiliza desde hace dos, su labor de intérprete con la de profesora en clases magistrales en distintos lugares del mundo: "no sabía que me iba a gustar tanto y que iba a aprender tanto". Y cuenta orgullosa que una de sus alumnas debutará en breve en Nápoles en el papel de Reina de la Noche.

Pregunta. Ha vuelto usted a cantar en España. ¿Se siente querida por el público español?
Respuesta. Sí, es un público particular, muy exigente, pero he actuado aquí muchas veces y siempre he tenido mucho éxito, excepto quizás en un ‘Rapto en el serrallo’ que hicimos hace varios años en Madrid, que no fue muy aceptado. Es un singspiel, no una ópera, e imagino que es más difícil hacer llegar al público las partes habladas en alemán.

P. ¿Qué diferencias hay con el público italiano?
R. No hay grandes diferencias, en ambos sitios encuentras una parte del público que son grandes melómanos, que saben lo que están escuchando y lo disfrutan y otros que acuden movidos por el marketing, por la propaganda que encumbra a un determinado cantante o director.

Camarena y Rancatore (cortesía de la soprano)

P. ¿Y entre la forma de trabajar de los teatros de aquí y los de su país?
R. El Liceu es un teatro extraordinario, donde se trabaja de una manera excepcional. En Italia también tenemos teatros magníficos como la Scala o el mismo teatro de mi tierra, el Massimo de Palermo, del que me siento muy orgullosa. Pero aunque el nivel en mi país es alto, la crisis ha dejado sin medios a muchos teatros para trabajar como se debería en la que es la patria de la lírica, forzándoles a veces a ahorrar.

P. ¿No le resulta un tanto ingrato cantar ‘Rigoletto’ en el que, a pesar de las dificultades de su rol, los mayores aplausos siempre son para el barítono y el tenor?
R. A mí esto no me ha pasado nunca. Los tres son protagonistas de la ópera y los tres se llevan los aplausos. Es verdad que ‘La donna é movile’ es el aria más famosa de la ópera, porque fue la gran genialidad de Verdi que quiso incluir una canzonetta para que al día siguiente todo el mundo la cantase y por supuesto lo logró, y es la más esperada de la ópera y por eso a veces el público ama tanto el papel del duque. En este montaje además, se juntó con el hecho de que el duca era Camarena que es probablemente uno de los más grandes tenores del momento, además de ser un hombre adorable.

P. ¿Cómo se afronta en el siglo XXI un papel como el de Gilda capaz de dar su vida por un hombre tan deleznable como el duca?
R. ¿De verdad cree que no ahora no existen mujeres así? El machismo lamentablemente no es algo del pasado, sigue siendo muy actual. Gilda sigue siendo un modelo del presente.



P. ¿Cómo cree usted que es Gilda?
R. Yo la veo como una joven que no ha vivido nada, ha estado encerrada, no sabe quién es, desconoce su procedencia, quiere saber quién es, de ahí su obsesión con los nombres: su primer aria es “Caro nome”, se enamora del primer hombre que le dice su nombre, aunque sea falso. Su padre, al que no conoce, la tiene encerrada, sólo sale para ir a misa, y llega este hombre que la saca de este encierro. En el segundo acto en el que ella está viviendo en el palacio con el duca, no sabemos si la ha violado o han tenido otro tipo de relación. Ha habido un cambio, ya no es la jovencita del principio, es una mujer que se sacrifica por amor.

Rancatore en Lakmé (Japón, 2007)
P. ¿Ha sido difícil trabajar en un montaje como el de este 'Rigoletto' tan minimalista escenográficamente?
R. Desde el punto de vista del público éste es muy estético, muy bonito e impactante. Para los cantantes ha sido un poco complicado porque acústicamente no favorecía el retorno de las voces y físicamente era algo incómodo. Yo tenía que cantar en una escalera demasiado estrecha en la que apenas cabía y en el tercer acto, aunque desde el público apenas es perceptible, el escenario estaba en una enorme pendiente. Pero ya estoy acostumbrada, interpretando a Olimpya de ‘Los cuentos de Hoffmann’ he tenido que cantar desde alturas increíbles o desde máquinas telecomandadas…

P. Su madre cantaba en el coro del Máximo de Palermo y su padre tocaba en la orquesta. ¿Estaba condenada a dedicarse a la música?
R. (Risas) Mi padre quería que me dedicase al violín y sí que era una condena porque no me gustaba, pero entre las asignaturas que debía estudiar tenía canto coral y allí me enamoré del canto. Así que el violín me trajo al canto, además de aportarme muchas cosas como la afinación y la musicalidad.

P. ¿Se planteó alguna vez estudiar otra cosa?
R. Claro, ¡yo estudié moda! Soy diseñadora. Siempre fue mi gran pasión diseñar vestidos, pero no he tenido tiempo porque a los 18 años empecé a cantar.

P. ¿Cómo fue la experiencia de estudiar con su madre?
R. Sigo estudiando con ella. Nunca puedes dejar de estudiar. El día que dejas de estudiar has terminado de cantar. La juventud te ayuda en un primer momento pero cuando llevas 23 años de carrera tienes que continuar buscando, porque la voz sigue evolucionando. Mi voz es muy diferente ahora de cuando empecé. Mi madre ha estado siempre conmigo, es muy severa y perfeccionista, pero es mi fuerza.

P. ¿Qué le lleva a elegir los papeles que interpreta?
R. La historia que hay detrás y la psicología del personaje. Durante mucho tiempo, por ejemplo, hice la Reina de la noche que no me gustaba, porque es un personaje que te proporciona trabajo y fama rápidamente, pero cuando he podido lo he dejado porque no disfrutaba cantándolo. Siempre canto lo que me gusta. Me encanta Lucía, porque es una mujer que lucha y lucha hasta que se vuelve loca. Elvira es más frágil que Lucía. Me gusta Gilda, su evolución de joven inexperta a mujer que ama y se sacrifica.

P. ¿Algún favorito?
R. Traviata, es el papel soñado para una soprano, al que llegué hace cuatro años: es una mujer que ha elegido la vida que lleva y que la vive con dignidad, pero que nunca se ha permitido amar; cuando empieza la obra, ella ya ha estado enferma, la fiesta es su vuelta a la vida en sociedad y se encuentra con Alfredo que durante su enfermedad ha estado visitando la casa preguntando por ella mientras que su amante, el barón, la descuidaba y eso es lo que la enamora. Violeta evoluciona a través de la ópera y en el último acto sufre una transfiguración espiritual, se convierte en una criatura casi pura; la disfruto muchísimo. En junio la haré en Japón con el teatro de Palermo. Soy afortunada porque hago los papeles que amo.



P. Su repertorio conlleva grandes dificultades técnicas. ¿Cómo afronta el estudio de las agilidades?
R. Siempre las he tenido muy naturales. Es una cuestión de entrenamiento, de trabajar el diafragma, como el que va al gimnasio. Pero si no las tienes, es imposible, son genéticas y hay que mantenerlas.

P. ¿Y la preparación actoral de los personajes?
R. Es un trabajo que me gusta hacer sola. Soy una apasionada del cine, así que suelo buscar películas o documentales sobre la época o la historia, y luego preparo el papel pensando, leyendo, trabajando sobre el libreto: ¿por qué esta pausa? ¿Por qué esta frase? Después está el trabajo con el director de escena, por supuesto, pero primero tienes que tener clara tu visión del personaje. Aunque como en el caso del canto, o eres actor o no lo eres, o tienes ese fuego dentro o no lo tienes, hay cosas que nadie te puede enseñar.

Albelo y Rancatore (I Puritani, A Coruña)
P. Usted ha mencionado en alguna entrevista que le gustaría abordar determinados roles mozartianos, como Susanna, para los que no la llaman. ¿Marcan demasiado los teatros el repertorio de un cantante?
R. Sí, pero no sólo los teatros, tu vida profesional. Si haces belcanto, te van a llamar para belcanto. Parece que no hay capacidad para ver que puedes cantar otras cosas. En los primeros años de mi carrera cantaba Mozart y ahora me encantaría afrontar papeles que entonces no podía porque mi voz era más ligera, como la condesa o Susanna, o incluso Fiordiligi u obras de otros autores que son para mí ahora.

P. ¿Qué papeles se plantea incorporar a su repertorio próximamente?
R. ‘Manon’ de Massenet, las reinas de Donizetti, ‘Pescadores’ que ya he hecho, ‘Capuletti’, ‘Thais’ o ‘Fausto’ de Gounoud, entre otras.

P. ¿Está dañando a la ópera el predominio de la exigencia estética sobre la calidad vocal?
R. Últimamente se mira demasiado la imagen de los cantantes, a veces incluso poniéndolo delante de cómo cantan. No me parece correcto, si quiero ver modelos me voy a un desfile de Valentino, hay que cantar. Hemos pasado de un extremo en el que se asociaba la idea del cantante de ópera a una persona tremendamente gorda al extremo opuesto y supongo que tiene que existir un término medio. Yo soy afortunada porque tengo una buena imagen, pero eso no es lo importante. Primero está el canto y si la presencia es buena, mejor para el público, porque le resultará más fácil creerse el personaje, pero no es imprescindible.

P. ¿Cuáles son sus próximos proyectos?
R. Debutaré ‘Maria Stuarda’ en Génova; ‘La Traviata’ en Japón con Leo Nucci, que me encanta, porque con él siempre he hecho ‘Rigoletto’, siempre ha sido mi padre y ahora va a ser el padre de Alfredo, además en una producción preciosa de Mario Pontiglia. Y… tengo una memoria horrible, por eso tengo agente. Voy a dar seis días de clases magistrales en Foligno en Italia. Con muchas sopranos ligerísimas, todas con sobreagudos, aunque también tengo mezzosopranos. Hace dos años he comenzado a dar clases magistrales, ya he dado en Tokio y en otros lugares, y he descubierto que me encanta. No sabía que me iba a gustar tanto y que iba a aprender tanto. Por cierto, que una de mis alumnas debuta en Nápoles como Reina de la Noche, estoy muy orgullosa.


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